La Comisión Europea aprobó su Estrategia de adaptación al cambio climático en 2013, con el fin de facilitar la adopción de estrategias y medidas de resiliencia en los estados miembros que les permita estar preparados para enfrentar los efectos del cambio climático.
Para ello, la estrategia se fundamenta en tres pilares de acción. El primero consiste en promover la acción entre los estados miembros, proporcionando fondos para apoyar el diseño e implementación de estrategias y planes de adaptación.
Ejemplos de líneas de acción en este pilar son la elaboración de estrategias de adaptación a nivel nacional, la provisión de fondos LIFE para financiar proyectos de adaptación, y la iniciativa del Pacto de Alcaldes para el Clima y la Energía para el apoyo de la adaptación en ciudades.
El segundo pilar se enfoca en reforzar la adaptación en sectores clave con especial vulnerabilidad, como son la agricultura, la pesca y las infraestructuras, entre ellas las de abastecimiento hídrico. En esta línea se da especial protagonismo a los seguros como instrumento clave para ayudar a estos sectores a amortiguar las consecuencias económicas de los eventos extremos causados por el cambio climático.
El tercer pilar aborda la disponibilidad y calidad de la información empleada para la toma de decisiones a nivel macro (gubernamental) y micro (empresarial o doméstico), respecto a cómo prepararse para el cambio climático. Para ello, se ha desarrollado la plataforma Climate-ADAPT que aglutina la mejor información disponible a nivel europeo en bases de datos, modelización, herramientas, proyecciones y casos exitosos de acciones de adaptación por toda Europa.
Entre 2018 y 2020 se llevó a cabo una evaluación de los progresos alcanzados en la implementación de esta estrategia, concluyendo que, en términos generales, se observaban resultados y contribuciones positivos, si bien queda un largo camino por delante para alcanzar la resiliencia climática a nivel europeo. Algunas de las áreas que deben reforzarse incluyen la implementación y monitorización a nivel nacional de las estrategias de adaptación, promover la acción local, abordar nuevas brechas de información emergentes, y extender el uso de los seguros e instrumentos financieros que cubren la adaptación, entre otros temas.
Asimismo, algunos de los ámbitos en los que la incorporación de medidas y estrategias de adaptación se ha diagnosticado como más prioritario y urgente son la protección costera, la inclusión de infraestructuras verdes y adaptación basada en ecosistemas, y la reducción del riesgo de desastres (o Disaster Risk Reduction), para los que la inclusión de conocimiento y metodologías científicas de evaluación, monitoreo y diálogos entre actores encargados de la gestión serán vertebrales.
Para lograr todo esto, la evaluación enfatiza también la importancia del papel de las inversiones privadas para complementar y expandir la inversión pública en medidas de protección para bienes privados y comunes, cuyo efecto beneficia de manera agregada al conjunto de la comunidad resultando en una reducción de pérdidas tanto económicas como de otros tipos (humanas, ecológicas, sociales-culturales, etc.).
En este sentido, la evaluación permitió detectar una limitación importante relativa a la monitorización del impacto de la estrategia, y es que el sistema de indicadores de efectividad diseñado estaba enfocado únicamente a la ejecución de acciones y procesos, sin ningún tipo de estimación y seguimiento de impactos socioeconómicos, cuya magnitud a nivel europeo actualmente no está siendo monitorizada.
¿Cuáles son las implicaciones de esta estrategia para el sector del agua?
El sector del agua es una pieza clave en la adaptación, ya que va siendo cada vez más reconocido que, si bien la energía (y por ende el sector energético) es el principal agente en la mitigación vía la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, el agua es la puerta de entrada para la adaptación al constituir el principal foco de riesgo (inundaciones, sequías, subida del nivel del mar) pero también de soluciones (a través de la gestión y las dinámicas naturales de los ecosistemas acuáticos).
El sector del agua, y particularmente las empresas implicadas en las distintas fases del ciclo del agua y del mantenimiento de sus infraestructuras, son altamente vulnerables a los riesgos derivados del cambio climático. Hasta el momento de la pandemia, las estimaciones de Naciones Unidas indicaban que las inundaciones eran el riesgo natural que causaba mayores pérdidas económicas a nivel mundial, a lo que se unen las estimaciones del World Economic Forum de que la inversión estimada en infraestructuras del agua en Europa en los próximos 15 años será de 22 billones de dólares.
Es por ello que algunas empresas ya han empezado a vislumbrar su interés estratégico en actuar como inversores en medidas que reduzcan esos riesgos de forma agregada mediante, por ejemplo, la protección de sus fuentes de agua y los ecosistemas que las mantienen, o la restauración de llanuras de inundación aguas arriba de ciudades ribereñas que permitan descargar el caudal del río en episodios de lluvias intensas antes de su llegada a la urbe.
Algunos ejemplos de actuaciones en este sentido a nivel europeo son la restauración de la principal turbera en la reserva natural de Peak District, que protege el manantial que abastece a diversas ciudades del norte de Inglaterra, financiada por su principal empresa de abastecimiento de agua Severn Trent; o la instauración de medidas de depuración natural en los acuíferos que abastecen a la ciudad de Hamburgo en Alemania, financiadas por la empresa de abastecimiento de agua local, Hamburg Wasser.
Desde el punto de vista de la Estrategia Europea de Adaptación al Cambio Climático, las actuaciones que resultan más relevantes para el sector del agua, tanto a nivel público como privado, son posiblemente las relativas al apoyo a sectores con alta vulnerabilidad a nivel de infraestructuras asociadas al segundo pilar, así como las oportunidades brindadas dentro del primer pilar por los fondos LIFE para cofinanciar actuaciones que también generen beneficios ambientales.
Relativo a este último, cabe mencionar que España cuenta con tres proyectos LIFE integrados encabezados y coordinados por Administraciones de gestión del agua, particularmente los proyectos LIFE IP INTERMARES coordinado por la Fundación Biodiversidad, LIFE IP RBMP Duero coordinado por la Confederación Hidrográfica del Duero y LIFE IP NADAPTA coordinado por el Gobierno de Navarra. Esto supone otra muestra y evidencia de los progresos que esta estrategia europea está consiguiendo impulsar, y cómo éstos están ya repercutiendo en el sector del agua en nuestro país. Cabe hacer un llamamiento en este sentido al sector privado del agua español, que incluye empresas pioneras a nivel mundial con gran capacidad y potencial para jugar un papel muy relevante para avanzar en la adaptación frente al cambio climático a nivel individual (empresa) y colectivo (efectos extendidos a nivel comunidad), tanto como promotores, como inversores y como beneficiarios de actuaciones de adaptación.
1. The Nature Conservancy y MITECO (2019) Soluciones Basadas en la Naturaleza para la gestión del agua en España. Retos y oportunidades